Mi reino por una palabra
que sepa de humildad,
que en un trozo
de todo y nada
se pueda rebelar…
Quiero amaestrar las palabras
con una breve canción
que sin seguir una ruta marcada
escape del interior.
Alzar de manera continua
del río de la boca palabras
de oropel,
frescas, sempiternas dóciles
para ponerlas en la piel,
secarlas al viento del azar
y mostrarlas a la mente,
cada sílaba coser osadamente,
una y tantas veces sin cesar.
Del delta de las letras
anhelo empapar mi nostalgia,
el ámbito llenar
de palabras tan reales como falsas:
mostrar las verdades en mis faltas,
y mi falta de verdad.
Dominar así el lenguaje
de la mano y sus misterios
con la gracia de una grulla
anidando sobre el aire;
quiero robarlas de un beso,
asesinarlas, revivirlas
de su curva perecedera,
para sentirlas solo mías
y así volver eterna
esta impúdica ironía…
Al unísono cogerlas
con la rudeza de una piedra
para ponerlas en un mundo
donde la voz carece de fronteras
y el sonido muda en barcas
de papel de primavera.
Palabras, importantes y tan vanas,
de colores miles en mantel,
palabras que salen de mi boca,
esquivan en el mundo cien mil rocas
y aterrizan en el prado de tu sien.
Palabras altas
como rascacielos
o bajas
como caer a contraviento;
ciertas aderezadas
como el misterio o la intriga
y tantas centenas dulces,
como amar en la vida.
Palabras inexactas como el prado
del ‘quizás’ y del ‘tal vez’
u otras importantes para madurar y madurar,
siempre crecer…
algunas tan obscenas como ‘no’, como ‘nunca’,
jamás y jamás
y otras tantas vanidosas
cual esa misma hermosura
que posee cada una
superior a la rosa.
Palabras,
un millón de variedades y de especies,
son las brujas y los magos con sus capas
que giran su báculo indeleble
para marcar por siempre nuestra alma.
Las palabras tan efímeras y eternas;
todas necesarias, con sentido,
cual si fuera el aleteo de un latido
desde el hábitat profundo en cada lengua.
Palabras tan obscenas como ‘adiós’…
Palabras que lapidan nuestra espalda,
palabras carentes de calor,
palabras escondidas,
palabras con rencor:
cual baúl del tesoro de esmeraldas
que escondemos en el fondo, en la mirada…
… palabras tan buscadas como ‘Amor’.
Tantas de ellas hacen nido en nuestro pecho
y otras van de fugitivas sin razón;
cautivas unas entre almohadas como plumas
y otras cuantas liberadas con clamor;
vuelan y vuelan, con la Luna o con el Sol…
buscando en las corrientes nuevos vientos,
desordenando el color a nuestros cuerpos
en más de una dirección.
Tantas otras descalzas,
sin camisa, sin vestido o profesión...
palabras que se ahogan en alcohol,
que naufragan y escapan tan osadas
para confesar un amor...
Palabras que comprueban nuevamente
que la pluma no es más fuerte que la espada
si carece de verbo, de ganas y de acción.
Unas siempre libres en medio de la selva
y otras reprimidas o solteras, hechas tinta,
casi garabatos tirados en veredas:
palabras de sabores embriagantes, casi extintas…
tan exuberantes que caminan
muy desenfadadas por las vías del querer
buscando un pozo, una variación de sus sentidos,
una nueva seña bailando con buen ritmo
su misma canción conocidísima al revés.
Palabras tan ligeras cual pestaña
que cumplen mil deseos a la vez,
traviesas mañaneras y nocturnas
que andan silenciosas o con bulla…
estremecen cada poro sin premura
de la punta del cabello hasta los pies.
Tan pequeñas, diminutas son algunas
como punta de alfiler de punta roma
y tan larguísimas y fuertes están otras
como hilos con que cuelga nuestra Luna.
Tan coquetas otras tantas, conocidas,
dando beso en cada línea sin demora;
puritanas van las otras que sin gloria
ya se esconden por detrás de otras movidas.
Tan escurridizas por ser puras,
o resbalosas por prendidas;
innegables seductoras decididas
o efímeras -tan tristes- por corruptas.
Palabras prohibidas por la boca eternamente;
palabras innegables, tan radiantes, permanentes;
nunca quietas o prensables,
nunca por nunca maniatables…
Palabras sin un dueño o quien les ame:
palabra encarcelada en la garganta
es palabra como solo ella sabe...
transeúnte fierecilla
que amortaja las rencillas.
Palabras de mármol y de arcilla,
tomadas del prefijo con cuidado...
palabras que te dejan
en la más dura bancarrota
o te dejan para siempre adinerado...
Un 'No quiero verte'
o un 'Te Amo'...
Palabras tan fuertes y tan vanas,
tan frágiles cual capa de ozono…
y otras fuertes, peligrosas y mortales
cual fusión de dos átomos de hidrógeno.
Mas yo quisiera que esas pequeñas amigas,
-amantes, eternas compañeras-
nunca dejen de tomarnos de las manos
incluso cuando vientos aledaños
dejen de soplarnos primaveras,
incluso cuando la tierra con sus tramos
olvide girar en su sistema,
incluso si nuestro barco -de olas amante-
zozobrase tembloroso en la marea
o si nuestra inspiración que fuerte late
decidiese irse tan lejos, sin estrella,
que nada pareciese ya alcanzarle
ni a su espalda,
ni a su sombra,
ni a sus huellas.
Yo quisiera que aunque blancas
pudiesen hablar entre las sombras y aun con miedo,
pudiesen respetar la sangre derramada
de aquellos que lucharon en silencio...
Palabras,
ustedes me dan el derecho de portar mis alas…
... yo tengo el deber de remontar el vuelo.
________________________ Vianne d'Praux
______________________ & Smileater
